ROBERTO PIVA
EL BANQUETE DEL
POETA
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entrevista em Abraxas
/ Floriano Martins
FM
Durante
los años 1959 a 1961, asististe a un curso sobre la Divina
Comedia,
dictado por Edoardo Bizzarri, en el Instituto Cultural
Ítalo-Brasilero. ¿Dante habría sido la puerta de entrada a tu
poesía?
RP Yo
no tenía ningún interés en ser poeta. Yo quería ser gángster.
Por entonces andaba por las calles de San Pablo, armado con revólver,
con sobretodo, imitando las películas de gángster norteamericanos,
Humphrey Bogart etc. El problema es que no logré ser gángster.
Entonces terminé escribiendo poesía, que es una forma de incentivar
el gangsterismo. Este curso sobre la Divina
Comedia fue dado por el entonces
agregado cultural de Italia en el Brasil, y allí comentamos y
discutimos los tres libros de la Comedia
(Infierno, Purgatorio y Paraíso), un año para cada libro. Yo asistí
los tres años. Lo que ocurrió es que Dante, como todo verdadero
poeta, era un nómada. Fue expulsado de su ciudad, chocó con todos
los poderes constituidos de la ciudad, con el tipo de gobierno que
había allá, y pasó la vida como nómada, a cada rato en la corte
de un noble de esos que le daba guarida. Yo también me sentía muy
nómada, y muy identificado con todos los personajes de Dante. Yo tal
vez no sea nada más que un personaje del Infierno de Dante, que
saltó fuera de la obra para dejar la realidad en completo desorden.
FM En
una entrevista que le hice a Claudio Willer, él me habló de ciertas
lecturas de Heidegger que ustedes hacían en la casa de Vicente
Ferreira da Silva.
RP
Vicente fue el único filósofo original que tuvo
el Brasil. Era un tío que cumplía, no literariamente, no
vegetarianamente, la proposición de Oswald de Andrade, de
antropofagia. Para él, antropofagia era realmente antropofagia. No
era esa cosa literaria, pasteurizada, que esos profesores de
literatura están intentando hacer. Para él, era devorar al otro,
comer al otro, comer, matar y comer. Él creía que esto era lo
fundamental, porque era un filósofo dionisíaco, un filósofo del
delirio. Como las Bacantes, tiene que llegar hasta allá y
despedazar, matar a los Penteos y devorar. Tiene que ser devorado,
que ser estuprado. Vicente leía al pie de la letra la antropofagia,
y era íntimo amigo de Oswald de Andrade. De ahí que fueran lecturas
y discusiones de Heidegger y otros filósofos, y otros autores entre
mucha gente, porque la casa de Vicente era un espacio cosmopolita,
que frecuentaban tíos del mundo entero, desde Guimarães Rosa,
pasando por físicos italianos, poetas franceses, críticos
norteamericanos, etc. De ahí que creo que 99,9% de los poetas
brasileños son altamente provincianos. Probablemente el único poeta
brasileño no provinciano fue Murilo Mendes, dotado de una visión
internacional, general, cosmopolita. Por eso es que mi gran
influencia en el Brasil es Murilo Mendes, y esto en todos los
sentidos, porque yo venía de una escuela que era la misma que la de
Vicente Ferreira da Silva, y mi propia formación, siempre en
contacto con personas de varias nacionalidades. Yo salí fuera de la
tribu, al mismo tiempo conociendo profundamente esa tribu.
Entonces ese
provincianismo de escuelita, de capillitas, de tertulias caretas
de literatura, esa cosa de grupo, de
tipo individuo que va al diario y sólo elogia a los del grupo del
él, todo eso es una cosa mediocre, una cosa provinciana que existe
entre 99,9% de los poetas brasileños. Y en la casa de Vicente no
había eso. Allí se discutía Heidegger, se discutía Fernando
Pessoa. Allí conocí, por ejemplo, a Eudoro de Sousa, famoso
intelectual portugués, exégeta de Fernando Pessoa. Eran momentos de
gran participación, nuestras lecturas de poesía, nuestras
discusiones sobre Heidegger. En la Universidad de San Pablo, fíjate
bien, los comunistas de la Universidad de San Pablo, los
positivistas, nos miraban como a chiquillada. En esos tiempos Vicente
y la esposa de él, Dora Ferreira da Silva, nos recibían de la misma
forma como a un Guimarães Rosa. Esto era formidable. Mientras el
personal de la USP nos estaba siempre marginalizando. Actualmente son
los mismos tíos de la USP, que en aquella época combatieron mi
libro Paranóia
(1963), los que, cuando me ven, abren mucho los ojos y quedan
boquiabiertos, porque encuentran una cosa maravillosa, brillante, y
que descubrieron veinte años después. Entre tanto Vicente, ya en
aquella época -él murió en seguida-, mostraba nuestros textos a
todas esas personas, y discutía con nosotros con la misma seriedad
con que discutía con un Ernesto Grassi, un Eudoro de Sousa, un
Guimarães Rosa. En fin, todos bebíamos la misma porción de ese
caldo filosófico que era la casa de Vicente Ferreira da Silva.
FM
Hay en tu poesía innumerables referencias
musicales -“Miles Davis a 150 quilómetros por hora / cazando mis
visiones como un demonio”; o “Paul Desmond con su saxo alto
floreando en stacatto mi departamento”-, casi siempre jazzísticas.
RP El
ritmo del jazz es inseparable de mi poesía. Además, ahora que está
de moda Chet Baker, habrás visto que en 1963 yo ya hablo de él en
un verso mío. Ahora está de moda, lo descubrieron cuando está en
la ruina, cuando está en franca decadencia, convidando a unos
babiecas de Río de Janeiro, una gente que no sabe lo que dice ni lo
que toca, para tocar con él. Democratizó su energía, y ahí perdió
todo la fuerza. Actualmente es un tío totalmente sin garra, sin
aquella genialidad, si aquella energía de transformación y de
invención que tenía, hasta el punto de influir en nuestra Bossa
Nova. Todo ese balanceo de la bossa
es el balanceo de mi poesía. Una poesía sin música, sin juego de
cintura, es una poesía rígida, de los comunistas, de los marxistas,
una poesía absolutamente trancada dentro de una tumba, que es la
tumba del leninismo, que ya está hediendo. Claro que el rock también
me influenció, pero no tuvo la misma importancia que el jazz, el
cool jazz.
Pero hay
evidentemente una influencia del rock, ya que personas como Jim
Morrison, Bob Dylan, Frank Zappa, son excelentes poetas. Entonces el
rock me influenció también, e incluso antes que jazz. Yo fui, por
ejemplo, uno de los que en 1957 fui a recibir a Bill Haley, con un
grupo de jóvenes, allá en la Praça do Patriarca, donde él se
hospedó. Fuimos a hacer una manifestación de cariño, de afecto.
Posteriormente el jazz me influenció, y luego, en seguida, la Bossa
Nova. Yo fui un apasionado de la Bossa Nova. Entonces esas tres
corrientes -el rock, la Bossa Nova y principalmente el jazz- son una
constante de la influencia musical en mi obra.
FM
Hay el siguiente pasaje en el libro 20
poemas com brócoli (1981): “no seré
vuestro postre en esta corta temporada en el infierno”. ¿La
rebeldía sería el último camino para el arte en el sentido de
terminar con el dopping
de la sociedad de consumo? ¿O incluso esa negación ya habría
absorbida por el statu quo, convirtiéndose, para usar palabras de
Luís Costa Lima, en la “propia institución burguesa de lo
poético”?
RP Mi
obra tiene que ser vista como un plan de fuga de esta civilización.
Todo lo que yo escribo, todo lo que hablo, lo que vivo, todas las
montadas que doy, es porque no tengo plata. Por eso yo quería ser
gángster, para tener mucho dinero y escapar de esta civilización,
vivir en una isla, saltar afuera, vivir entre mahometanos, yo qué
sé. Se trata de un plan de fuga de esta civilización. Es evidente
que toda la poesía, que gran parte de la poesía brasileña,
actualmente está pasteurizada y combinada con los medios. Hay
diarios brasileños -y sus suplementos- que son verdaderos lobbies
editoriales. Las redacciones de esos diarios intentan conseguir
poetas que puedan ofrecer al público una visión uniforme de la
poesía brasileña. Hay por lo tanto una castración, en proceso, una
castración en masa. Entonces es hora de que los verdaderos poetas
salgan de ese circuito, de nuevo, y paren con eso eterno de emerger y
sumergirse, porque la pasteurización está allí, cada día los
versitos están más bien educados, las bordadoras de poesía están
de vuelta, todo eso. Entonces, yo creo que una poesía-borracha, una
poesía-cancerosa, una poesía-lisérgica, ésta jamás será
alquilada por el sistema.
FM
¿Crees que la vida se modifique, que el hombre se
perfeccione?
RP La
vida es un montón de ruinas. No existe evolución, ninguna cosa. Y
cada día más las personas están volviendo prácticamente a una
edad de piedra de la cual nunca salieron. Vale la pena escribir
porque tres o cuatro personas, media docena aquí, otros tantos allá,
amigos, un pequeño grupo de personas, en mi caso los muchachos de
los suburbios, los muchachos subproletarios, en fin, ellos son
personas que se identifican mucho con el tipo de cosas que yo
escribo, porque ellos no tienen que eliminar, ellos no tienen que
sacarse de la cabeza un principio básico para entender mi poesía,
la palabra criminal. Una poesía cuya trasgresión apunta, en última
instancia, al crimen, y a la anarquía generalizada -no al
anarquismo-, sino a la Anarquía. Mi poesía no es más que la
tentativa de instaurar ese desorden en lo cotidiano de las personas.
FM
Recuerdo aquí a Pasolini: “Tal vez la verdadera
tragedia de todo poeta sea la de alcanzar el mundo sólo
metafóricamente, según las reglas de una magia definitivamente
limitada en su apropiación del mundo”.
RP No
tengas dudas, el poeta es un solitario. Poeta que no es solitario,
son los poetas oficiales, profesores universitarios bien situados,
casados, derechitos. Hay toda una mass
media atrás de eso, apuntando a
transformar la poesía en una armadilla más que hace mover el
rebaño. Entonces esa especie de complicidad de esas personas con el
sistema mira a la venta de obras, o sea, una poesía hecha en función
del ego. Mi poesía no está hecha en función del ego, sino en
función del delirio. Yo sólo creo en el delirio, una de cuyas
manifestaciones es la poesía. Y estoy muy próximo del arte bruto,
del arte con locos, con niños, de mis amigos grafiteros de paredes…
La poesía es para
conducir a esto. La poesía, dice Lautréamont, debe ser hecha por
todos. No para todos, sino por todos, cada uno a su manera. Ahora,
querer imponer al pueblo brasileño una escuela, un único capítulo
de la historia de la literatura como el
capítulo, esto es un absurdo. Existen
millares. La verdad es la variedad. Fuera de esto es la uniformidad,
la cosa totalitaria que ellos quieren imponer, tanto los de derecha
como los de izquierda y los de centro, los de arriba, los de abajo,
todos quieren una visión uniforme de la vida, como si eso fuera
posible. Entonces todos están ahí, queriendo poner esa máscara,
imponer esa tumba a la sociedad brasileña, a la juventud. Ahora, lo
sabes bien, está aquel principio zen, aquel principio taoísta:
cuanto más practicas el no actuar, más las cosas corren a tu favor.
FM
Cierro recordando una declaración reciente de
Pepe Escobar, publicada en Folha de S.
Paulo (27/07/85): “En el Brasil no
existe ni siquiera una poesía trágica capaz de compensar nuestro
descarrilamiento histórico. No tenemos ni una Odisea
que retrate dignamente la agonía de nuestro pueblo. Falta hasta la
pura y simple calentura en la cultura brasileña. Todo gira en torno
a compromisos de clubes, mantecados de sublirismo. Y todo cae en la
impenitente banalización.”
RP
Pues sí, es todo esto de que acabamos de hablar.
Y todo gira en torno de una única palabra: provincianismo. Y el
individuo siendo provinciano está perdido. Si entra en ese juego de
los media, está perdido. Porque eso pasa. Como dice una frase de
frase de Brecht: “de las ciudades sólo va a sobrar el viento que
pasa sobre ellas”.
[1985]
ROBERTO PIVA
(BRASIL, 1937-2010)
Paranoia.
Massao Ohno Editor. São Paulo. 1963. / Piazzas. Massao Ohno
Editor. São Paulo. 1964. / Abra os olhos & diga ah.
Massao Ohno Editor. São Paulo. 1975. / Coxas. Edição Feira
de Poesia. São Paulo. 1979. / 20 poemas com brócoli. Massao
Ohno Editor. São Paulo. 1981. / Quizumba. Global Editora. São
Paulo. 1983. / Ciclones.
Nanquim Editorial. São Paulo. 1998.
[Escritura
conquistada. Conversaciones con poetas de Latinoamérica.
2 tomos. Caracas: Fundación Editorial El Perro y 2010.]
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